P. Louis Querbes, nuestro fundador
Fundó los Clérigos de San Viator en 1831
Louis Querbes nació en Lyon, Francia, el 21 de agosto de 1793, durante la Revolución Francesa. Fue bautizado en la parroquia de Saint Nizier a la sombra del Santuario de Nuestra Señora de Fourviére. Ambos fueron centrales en su formación personal, cristiana y sacerdotal.
De niño participó en el coro y asistió a la escuela clerical en la parroquia de Saint Nizier. Un día hizo un voto de castidad ante la estatua de Nuestra Señora de Gracia. Guardó el trozo de papel en el que escribió su voto hasta el final de su vida.
Ingresó en el Seminario San Ireneo y fue ordenado en 1816. Regresó a Saint Nizier como vicario parroquial donde se ganó el respeto y el amor de los feligreses. Rápidamente se hizo conocido por la calidad de su predicación.
Se convirtió en administrador de la escuela clerical en Saint Nizier que cimentó las dos prioridades de su vida: la educación y la liturgia.

Infancia
JUAN LUIS JOSE MARIA QUERBES, nació en la ciudad francesa de LYON, el 21 de AGOSTO de 1793, durante la Revolución Francesa.
Sus padres, JOSE y JUANA, fervorosos cristianos, bautizan al niño el mismo día de su nacimiento ocultamente, pues la persecución religiosa estaba en pleno auge.
Tres hechos destacan en la infancia del niño Luis Querbes, con signo de huella profunda. Siendo aún un niño, despierto y juguetón; posee, sin embargo, una piedad nada común. Cumplidos los nueve años, el 15 de octubre de 1802, se consagra a Dios con VOTO DE CASTIDAD PERPETUA. una estampita de la ANUNCIACION DE MARIA conservará, por años, el secreto del pequeño Luis. La curiosidad que despertó el grosor de la estampa fue la causa que llevó a descubrir el gesto heroico del Fundador de los Clérigos de San Viator celosamente guardado por él. Al levantar la contratapa se pudo leer: “YO, JUAN LUIS JOSE MARIA QUERBES, HAGO VOTO DE CASTIDAD PARA TODA MI VIDA. LYON, 15 DE OCTUBRE DE 1802”.
No podemos desconocer que este gesto no es corriente, ni mucho menos, a una edad tan temprana y que sólo la mano de Dios, presente en la vida de los hombres, puede producir tales frutos de entrega.
El protagonista del segundo acontecimiento es el PAPA PIO VIl, a su paso por la ciudad de Lyon. camino de Paris para entronizar a Napoleón como Emperador. El Pontífice permaneció dos días en Lyon como huésped de honor. Luis, integrante de la Escolanía de la catedral, tuvo la oportunidad de vivir estos dos días muy cerca del: Papa; vitorearlo y obseniarlo durante las ceremonias religiosas. Nace en Luis, a consecuencia de este hecho, una profunda devoción al Vicario de Cristo y a la Iglesia Romana, que manifestara en toda su real dimensión, como Párroco y Fundador, años más tarde.
El tercer hecho es su PRIMERA COMUNION. Luis se preparó a este acontecimiento con gran delicadeza y esmero. Recibe a Jesús, Pan de Vida, el 13 de junio de 1805. Tiene 12 años. La devoción de Luis a la Eucaristía alcanzara su máximo esplendor al fundar una Congregación Religiosa dedicada, entre otros fines. al servicio del Altar, mediante el cultivo del canto Religioso y la Liturgia.
Adolescencia
Luis Querbes es, durante su adolescencia alumno de la Escuela Parroquial de SAN ANICETO. El niño está dotado de excelentes cualidades: brillante inteligencia, extraordinaria memoria, juicio recto, practico y seguro y una gran constancia en el trabajo.
Tres beneméritos sacerdotes, de, su tiempo, dejan en él huella imborrable: El P, DUROZAT, su primer maestro.’ hombre de gran abnegación y sincera obediencia a sus superiores jerárquicos. El P. RIBIER, su director espiritual, sacerdote de fe viva y fuerte carácter. El P. MARDUEL, gran liturgista y cultor del esplendor de las ceremonias religiosas y de la vida litúrgica.
Juventud
En el aspecto físico se le retrata como un joven delgado, de rostro moreno y ligeramente ovalado, mirada viva y penetrante frente ancha y despejada.
En los estudios ocupa los primeros puestos de su promoción. Junto a dos compañeros sigue estudios especiales bajo la dirección del Profesor GUY DEPLACE. Luis sigue dedicándose a su formación con entusiasmo y constancia. El 24 de julio de 1812 se recibe como “Bachiller en Letras”.
Sin embargo, Luis sabe perfectamente que; si ha de ser sacerdote, necesita algo más que una formación puramente intelectual. Después de consultar al P. APOLLON DEPLACE, hermano de su Profesor-Preceptor, busca un P. Espiritual que lo guíe, afianzando y asegurando su vocación sacerdotal.

Seminarista
Luis Querbes ingresa al Seminario Diocesano “San ·Ireneo”, de la ciudad de Lyon, el 31 de octubre de 1812. Esta fase de su estancia en el Seminario es decisiva en la vida de -Luis. Con decisión, seguridad y confianza va avanzando hacia la meta: Ser Sacerdote del Señor.
Inicia sus estudios Teológicos. Su brillante inteligencia absorbe con seguridad los conocimientos que le imparten. Su personalidad se va desarrollando con trazos firmes y seguros. Amable, alegre, piadoso, sincero, leal y atento con todos, traba amistades que durarán toda su vida. Corre entre sus compañeros de Seminario el siguiente dicho:
“Querbes, Dufetre. bormet, tres cabezas en el mismo bonete.’
Maestros y condisclpulos se maravillan de su amplio y variado conocimiento y de su recto juicio que tiene siempre a mano la solución correcta. En los debates teológicos del Seminario, Querbes: muestra su estilo propio y original.
La Oración, el Estudio y el Trabajo personal son: las grandes ocupaciones del seminarista Luis Querbes.
En la Iglesia de Francia se produce, en esta época, un gran florecimiento de santos y fundadores. Juntamente con Querbes reciben el Diaconado:
- Juan Maria Vianney, futuro “Santo Cura de Ars.
- Juan Claudio Collin, fundador de los PP. Maristas.
- Marcelino Champagnat, fundador de los HH. Maristas. Luis
- Querbes se ordena Diacono el 21 de Julio de 1816.
Sacerdote
No todo fue fácil para Luis en sus años de seminarista, ya que sabemos de sus pruebas y du-das. Jamás dudó de su vocación sacerdotal, pero se sentía llamado, según él, a vivir el sacerdocio en alguna de las Órdenes Religiosas de su tiempo, concretamente la Compañía de Jesús, recién establecida por Pío VIl.
En el otoño de 1815, siendo profesor de la Escuela Parroquial San Aniceto, solicita permiso a sus superiores para ingresar al Noviciado de los Jesuitas de Montrouge. Tomadas en cuenta sus razones y analizadas con profundidad, se le responde negativamente. Luis acepta con docilidad la negativa de sus superiores, pero, externamente, da la impresión de haber perdido, durante algún tiempo, su alegría natural. Bajo el peso de esta aparente decepción, hace el retiro preparatorio al diaconado.
La víspera de su ordenación diaconal escribe: “Tiemblo al pensar que mañana seré revestido de la misma dignidad que San Esteban y San Lorenzo. Me reconozco indigno a causa de mis pecados, imperfecciones y defectos… Pido al Espíritu Santo el don de fortaleza, de piedad, de humildad… el poder dominar mi carácter, mi tendencia a la soledad y a la melancolía, el alejar de mí las ideas pesimistas que me persiguen…”
Sin embargo, sus contemporáneos decían: “Se busca con agrado su compañía Corazón sensible y generoso, cuenta con gran número de amigos”; Mediante los consejos de su director Espiritual, la oración y la reflexión personal, va superando esta crisis. Finalmente, el 17 de diciembre de 1816, es ordenado sacerdote, a los 23 años. Luis ha cumplido la meta y es ya sacerdote del Señor y para siempre.

Vicario cooperador
El 13 de febrero de 1817, se le nombra Vicario Cooperador de la Parroquia de San Aniceto, debido a la profunda estima que se le tenía en esta Parroquia.
Todos los sacerdotes de la Parroquia eran bastante mayores que él. pues apenas cuenta 24 años. Sin embargo, pone al servicio de su ministerio sus mejores cualidades y conocimientos, desde el primer momento.
Los sermones del P. Luis atraen la atención de los feligreses por su vigor; claridad, reconocimiento de la Sagrada Escritura y convencimiento. Personal de lo que dice Sus dotes de orador sagrado y ejemplar sacerdote traspasan las fronteras de Lyon, y se le pide que prepare a los misioneros de la “Misión de San Martin”, de Tours. El P. Luis declina esta responsabilidad y, en su lugar, ·Se le entrega a su compañero Donnet, quien años más tarde llegaría a la dignidad de Cardenal de la Iglesia.
El P. Luis y las escuelas
La gran preocupación del P. Luis es ‘’formar una generación cristiana’’. El abandono educacional del pueblo era estremecedor y lamentable y la ignorancia espantosa.
Viviendo lo que predica, el P. Luis se dedica de lleno a trabajar en la restauración de: catolicismo por medio de la educación cristiana de la infancia, en las Escuelas.
Les solía decir a los papás: “Estad vigilantes porque la impiedad redobla sus esfuerzos para llevar el Contagio a los niños y a los jóvenes.

El Párroco
El P. Luis estuvo casi seis años como Vicario Cooperador de la Parroquia de San Aniceto. El 25 de octubre de 1822 se le nombra Párroco del pueblecito de VOURLES.
VOURLES tenía, en ese entonces unos 800 habitantes. Era un pueblecito campesino, con sus casas en desorden, atravesado por cuatro o cinco calles, tortuosas e irregulares.
En lo religioso, Vourles, al igual que la campiña francesa, dejaba mucho que desear: ‘’tierra ingrata, casi en barbecho”. Muy pocas familias cristianas; el resto, indiferentes, por decir lo menos, cuando no, llenos de agresividad y prejuicios contra la religión y sus ministros.
El estado de conservación de la Iglesia del pueblo reflejaba la situación religiosa de sus habitantes: “La Iglesia se caía a pedazos”. En un escrito de esos días se lee de ella: ‘’Parecía el establo de Belén”. Casa y Parroquia están en un estado lamentable. Estas cosas afectan profundamental al P. Luís, pero no se deja llevar por el desaliento, Sino que pone rápidamente manos a la obra y se entrega a ella con todo su dinamismo creador.
Tomó posesión de la Parroquia el 31 de octubre de ·1822, víspera de la fiesta de Todos los Santos. Un mes y medio más tarde, ya tenía organizada la Cofradía del Santo Rosario. Aprovecho el tiempo del Adviento para tratar de despertar la fe dormida de sus feligreses. Sin embargo, los varones seguían pertinaces y duros en sus posturas a los llamados del pastor.
En la Cuaresma tomó como tema de sus sermones “Motivos de Conversión”. En Pascua de 1823 se registra un alto número de conversiones masculinas en la Parroquia.
Tuvo abundantes felicitaciones, pero no le faltaron las dificultades. Un día encuentra clavada en la puerta de su casa una carta anónima y fuertemente insultante. Otras veces aparecen los anónimos entre los repollos de su huerta. El P. Luis no pierde la serenidad, y finalmente, un domingo, con gran sentido del respeto y del humor, responde: “Hace un tiempo que encuentra. en mi huerto cartas, lanzadas durante la noche. No llevan firma, por desgracia, y me veo privado del placer de poder contestar a quienes me honran con escribirme. He aquí una de ellas. Es casi seguro que su autor se encuentra entre el auditorio. No se sorprenda si le contesto públicamente, ya que no me es posible hacerlo de otra manera”. El P. Luis comenta la carta. Todos ríen, menos el autor que se encontraba presente. A partir de ese día nadie volvió a molestarle con anónimos.
El P. Luis sigue adelante sin temor. En octubre de 1823 abre una Escuelita para niñas y encarga de su dirección a las Hermanas de San Carlos. Al año siguiente abre la de los niños.
Paralelamente a estos trabajos inicia la reparación de la Iglesia. Seis largos años, con muchos altos y bajos, costó poder restaurar el templo. Finalmente, el 5 de mayo de 1828, se bendice solemnemente, Siendo una de las Iglesias más hermosas de los alrededores.
Catequista
Una de las primeras ocupaciones y preocupaciones del P Luis, como Vicario de San Aniceto, es el desarrollo y progreso de la Escuela Parroquial, que conocía también, pues había egresado de ella. El P. Luis, con la aprobación de su Párroco, el P. Besson.
Pone en marcha un plan inteligente y práctico. Comunica a sus feligreses sus ideas sobre la Escuela Parroquial y muy pronto la capacidad de esta queda copada. Más que cantidad, el P. Luis busca la calidad de sus alumnos.
Insiste en inculcarles una piedad serena y sincera. Cada año da a sus alumnos un pequeño retiro, al iniciar el curso. les repite con frecuencia: “Haremos frecuentes actos de amor de Dios en la Iglesia, en nuestra casa, en la Escuela; en todas partes”. Invita a sus alumnos a tener una tierna y filial devoción a María: Sois hijos de Maria… permaneced dignos hijos de vuestra Madre”. Les insiste en la necesidad de adquirir hábitos de trabajo: “Al trabajo de inmediato: ahora mismo empiezo…”

El fundador
Hacia fines de 1826, podemos leer en uno de sus escritos~ “la idea la tuvo: primero, en la presencia de Dios”. No nos cabe la menor duda de que Dios va guiando, paso a paso, al P. Luis hacia la meta. Era frecuente en él oírle decir: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y, en efecto. el Señor había hablado.
Sin embargo, el P. Luis esperó, humilde y prudentemente, antes de llevar a cabo esta inspiración. Nos dice él mismo: “la examiné, delante de Dios, durante varios años” … En la oración y la meditación va tomando cuerpo la idea primitiva de fundar una Congregación Religiosa. El P.Luis sabe que el caminó de los Fundadores no ha sido siempre fácil; al contrario, muchas veces~ han debido vencer múltiples dificultades e incomprensiones.
Lo primero que debía hacer era conseguir la aprobación de sus superiores jerárquicos. Después necesitaría la aprobación civil que regía el sistema escolar en Francia. Tal vez algún día se atrevería a golpear las puertas del Vaticano para conseguir la aprobación final de su obra.
Todo esto le iba a suponer al P. Luis un camino pavimentado de luchas, incomprensiones, zozobras e incesantes dificultades. Tampoco le faltaron fraternales apoyos. Su fe viva le empujó a sobrepasar todos los escollos, y una vez iniciada la partida ya no habría paradas. Naturalmente, la idea primitiva se irá modificando con el paso del tiempo, pero sin perder jamás su esencia original.
Primeros Clérigos de San Viator
El Decreto Episcopal, por el que se aprobaba oficialmente la Congregación de los Clérigos de San Viator, llegó a manos del P; Luis él 4 de noviembre de 1831.
Hombre dinámico, como él es, pone manos a la obra de inmediato. El 5 de noviembre, muy tempranito, celebró una Misa de Acción de Gracias. Después de la Misa, ante el Dios hecho Pan del Tabernaculo, depositario de sus alegrías, penas y proyectos, se consagró a la institución y firmó el acta de la fórmula de las promesas del Sacerdote Catequista. Este será su verdadero título. Pocos días más tarde, el 10 de noviembre, víspera de San Martin de Tours, recibía las promesas de los primeros Hermanos; Pedro Magaud y Pedro Liauthaud. Ya tenemos, pues, a los TRES primeros Clérigos de San Viator.
En el otoño de 1832 abría el P. Luís las tres primeras Escuelas dirigidas por Clérigos de San Viator: Vourles, que ya existía; Francheville, Brignaís y Panissieres. El P. Luis reunía anualmente a sus Religiosos, en la casa madre de Vourles, para un retiro espiritual. También cada año se enviaba al Arzobispo una cuenta detallada del movimiento de la Asociación.
Las primeras fundaciones iban viento en popa, con sumo agrado de los párrocos y feligreses. En 1833, el arzobispo propuso al P. Luis fusionarse con los HH. Maristas que aún no conseguían la aprobación oficial del Gobierno. Por muy diversas razones, esta fusión no se llevó a cabo. Por este mismo tiempo, el arzobispo nombró en Vourles un Vicario Cooperador que compartiera con el P. Luis la carga de la Parroquia y así poder este dedicarse más de lleno a su naciente Asociación.
El 11 de diciembre. de 1833 se le propone al P. Luis una serie de cambios en los Estatutos que, sin modificar fundamentalmente la esencia de la Asociación, precisaban ciertos detalles importantes en torno a la dependencia de ésta del Arzobispado y de una evolución más firme hacia el carácter de Congragación Religiosa.

Espiritualidad del P. Luis Querbes
EI P. Luis puso su mayor empeño en vivir, respirar y trabajar para ADORAR A JESUS”. Y sobre esta sólida base ha querido fundamentar la perfección de los Clérigos de San Viator. Espíritu de FE: Recibe esta sólida fe de sus propios padres y la alimenta con una pureza excepcional.
No olvidemos su Voto de Castidad a los nueve años. Este gesto de entrega fue, sin duda, el fruto lógico de la viva fe del P. Luis. Los limpios de corazón ven con más claridad que el resto las acciones de Dios en la historia de los hombres. La espiritualidad del P. Luis se fundamentó, primero que nada, en la fe. Una fe Viva, activa, siempre presente y fija en Dios, juzgando en todos los acontecimientos en función de un Dios presente y actuante en ellos.
De allí nace su firmeza, constancia y seguridad que ningún obstáculo será capaz de quebrantar. El espíritu de fe del P. Luis le hace vivir profundamente la convicción de que, suceda lo que suceda, Dios vela amorosamente por cada uno de sus hijos.
Sólo los santos son perfectamente lógicos en su vida porque aplican a los acontecimientos la sabiduría de la fe: “Dios lo sabe todo, Dios lo puede todo y Dios me ama”. Jamás el P. Luis dudó de esta profunda verdad. El Clérigo de San Viator debe comunicar a sus alumnos la fe que él mismo vive. El P. Luis daba ejemplo a los suyos de esta plenitud de fe que inspiraba en sus actos y palabras. Estas son sus propias palabras: ‘’Nuestro Instituto hace el bien, por lo tanto, sobrevivirá. Es inútil haceros ver las pruebas y sinsabores que alimentan esta esperanza. Soy débil, pero más confiado que nunca en el Señor”.