Nuestra Congregación

La Congregación de los Clérigos de San Viator

La Congregación religiosa de los Clérigos de San Viator, fundada por el Padre Louis Querbes, aprobada por el Arzobispo Gaston de Pins, Administrador Apostólico de Lyon en 1831 y por el Papa Gregorio XVI en 1838, encuentra su identidad y espíritu expresados hoy en una Constitución, complementada por el Reglamento General y Particular.

Según la legislación de la Iglesia, la Congregación de los Clérigos de San Viator es reconocida como un instituto apostólico, clerical y religioso, de derecho pontificio. La vida religiosa viatoriana incluye necesariamente un apostolado activo que puede ejercerse en toda la Iglesia y que permanece bajo la jurisdicción del Ordinario local.

La Congregación de los Clérigos de San Viator se identifica por un sello cuyas diferentes partes provienen del Padre Querbes. Se trata del monograma «IHS» coronado por una cruz, enmarcada por el lema, «Sinite parvulos venire ad me», centrado en una corona de espinas.

Todos los miembros de la Congregación, hayan recibido o no ministerios instituidos u ordenados, son religiosos con la misma posición dentro de la Congregación. Todos profesan pobreza, castidad y obediencia y trabajan juntos en la misma misión viatoriana.

Un anillo, que se entrega al religioso en el momento de su profesión perpetua, es el signo exterior de su pertenencia a la Congregación. Usado en la mano derecha, el anillo tiene diez muescas, y grabado en su bisel está el monograma IHS coronado por una pequeña cruz.

Desde el inicio de la Congregación, este anillo ha expresado el compromiso definitivo de los Clérigos de San Viator y su devoción a la Madre de Dios.

Fundamentos Congregacionales

El Carisma del Padre Luis Querbes

Nuestro Fundador, el Padre Luis Querbes (1793-1859), párroco de Vourles (Francia) se nos muestra ante todo como un hombre de fe profunda y de gran sensibilidad frente a las necesidades de la Iglesia y del mundo de su tiempo. Lleno de celo por educar la fe y celebrarla, se siente fuertemente apremiado por la ignorancia religiosa, especialmente entre los jóvenes, por la falta de colaboradores sentida por los párrocos de iglesias rurales y por la escasez de educadores cristianos competentes. Por eso, respondiendo a una llamada del Espíritu, el Padre Querbes funda una Asociación para “la enseñanza de la doctrina cristiana y el servicio de los santos altares”. El título que le da, “Clérigos parroquiales o Catequistas de San Viator”, refleja bien sus intenciones. Esta Asociación es hoy la Congregación de los Clérigos de San Viator. El espíritu del Fundador sigue inspirando nuestra misión apostólica y nuestra adaptación a las nuevas exigencias de la evangelización

Misión de los Clérigos de San Viator

Anunciar a Jesucristo y su Evangelio, suscitar comunidades en las que se viva, se profundice y se celebre la fe: en estos términos expresamos hoy la misión de los Clérigos de San Viator, que el Padre Querbes definía como “la enseñanza de la doctrina cristiana y el servicio de los santos altares”. Realizamos esta misión desde nuestro trabajo de educadores y tareas profesionales y pastorales, esforzándonos por integrar los valores de la fe en la cultura actual. Siguiendo la voluntad del Fundador, realizamos nuestra misión en colaboración activa con los obispos y los responsables de las Iglesias locales

Los destinatarios de la misión

La Iglesia nos envía a todos los hombres, en particular a los niños y a los jóvenes, tanto en nuestros países de origen como en el extranjero. Además, por las llamadas incesantes de la Iglesia y del mundo, Cristo nos urge a hacernos presentes sobre todo entre los abandonados de la sociedad

La Espiritualidad Viatoriana

La espiritualidad es dinámica, fruto de la relación con Dios, con el hombre y el cosmos; unifica profundamente lo corporal, lo afectivo y lo intelectual. Integra el eros, la amistad y el ágape. Por esto, todo el ser del hombre y de la mujer espirituales se llena del Dios que es amor.

La espiritualidad, partiendo de las raíces personales. familiares, sociales, culturales y religiosas, marca la identidad total de la persona. Influye en la manera de pensar y de actuar. Está también en el origen de los objetivos y de la vocación que la persona elige.

Para el cristiano, la fuente de esta unidad se encuentra en la Trinidad. Por eso, la espiritualidad cristiana tiene una dimensión salvífica, cristológica y neonatológica. Nos descubrimos, y lo somos, como hijos del Padre, hermanos, por tanto, de Cristo, y miembros de una misma familia divina y humana. El Espíritu de Jesús resucitado nos revela a este Jesús como hombre ~ para-Dios y hombre-para-los-hombres.

 Partiendo de esta doble dimensión, descubierta y meditada en la Palabra recibida en la Iglesia, el cristiano entra en la contemplación y se compromete en la misión.

Los ejes principales de la espiritualidad del fundador

El P. Querbes, empapado de Santa Escritura, vivió una espiritualidad bíblica. Jesús invita siempre a la fe, a la exigencia y a la entrega. Nuestro Fundador  respondió a tal llamada. Une de verdad adoración y amor: por esto se compromete en la misión.

Las columnas de la espiritualidad Viatoriana
El evangelio de Juan resume y concentra la vida cristiana en dos verbos: creer y amar. El P. Querbes vivió con profundidad esos dos verbos. La fe y el amor iluminan su vida entera.

Una “fe viva e ilustrada”
En la espiritualidad del P. Querbes, el elemento que se puede considerar como primero es, sin duda alguna, su “fe viva e ilustrada”. La aconsejó de manera muy especial a sus discípulos, y de ella dio él mismo testimonio destacado.

 “Dios proveerá”
En esta frase descubrimos la esperanza del P. Querbes. En tiempos del Fundador se habla poco de la esperanza. Sin embargo, él vive pro fundamente esta virtud. Él la expresa en términos de “confianza en la Providencian, no para dar una explicación fácil de los acontecimientos, sino para indicar el cuidado que Dios tiene de las personas: esto empuja tanto al compromiso como a la prudencia.

“Celo ardiente y desinteresado”
El término celo, empleado en tiempo del P. Querbes, hay que traducirlo por caridad. “Mirad el celo… es… un amor más intenso, más vivo, más ardiente… es el vuestro. El celo no es otra cosa que el amor divino en acto… El celo como la caridad, de la que es principio, tiene sus perfiles, sus reglas… obedeciendo en todo al querer de Dios… celo es ternura, compasión, humildad.

“Adorado y amado sea Jesús”
 Este lema lapidario, que parece original de nuestro Fundador, sería como la expresión de un estado de madurez y la unificación de una experiencia espiritual. Teniendo en cuenta el movimiento cristológico de su tiempo, el P. Querbes centra su vida y define la misión que va a dar a los catequistas: adoración y acción, oración y misión, liturgia y catequesis. La invitación al “celo” se deriva del sentimiento de la Presencia de Dios. Ahí estamos en la más pura tradición bíblica: “Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás” (Mt 4,10).

La misión
El P. Querbes, lleno de celo apostólico., fue sensible a las necesidades religiosas y eclesia- les de su tiempo. Su sentido de Iglesia le hizo dar respuesta a estas urgencias.

Al servicio de la Iglesia entre los pobres de su época.
El P. Querbes vio, con suma claridad, que los niños de las aldeas alejadas y de las parroquias pequeñas eran los más pobres y abandonados. Los sacerdotes de estas regiones vivían obligatoriamente en pobreza y soledad. Quiere que su obra llegue a los lugares donde no van las otras instituciones. Por esto quiere que la enseñanza religiosa llegue hasta las entrañas de los pueblos más escondidos. Invita a no dejar perder ninguna ocasión de evangelizar a Jesucristo, principalmente a los pobres.

“La enseñanza de la doctrina cristiana”
Había que reconstruir los cimientos de la Iglesia. Se había abandonado la instrucción religiosa de los niños. Una solución sería formar catequistas que diesen instrucción sólida y cristiana a los pobres.

“El servicio del altar”
 Los catequistas para Querbes son también los servidores de la comunidad cristiana celebrante. Les llama también “clérigos parroquiales”. El Fundador se implica en la renovación litúrgica: esto era algo nuevo en la época: Quería una liturgia viva y con participación de los ayudantes y del pueblo.

Los ejes principales de la espiritualidad viatoriana para nuestros días.

Después del Vaticano II, los Viatorianos se están empeñando mucho por descubrir la inspiración del Fundador.

Hoy, en tiempo de grandes cambios, la comunidad viatoriana evoluciona. Pero debe conservar el sello de nuestro Fundador. Conservamos el “Adorado y amado sea Jesús”. Lo mismo que en Querbes, este lema nos ayudará a unificar nuestra vida interior y nuestra vida apostólica.

Contemplación
A lo largo. de la historia viatoriana, el lema “Adorado y amado sea Jesús” nos ha llevado a acentuar el amor activo para que la acción fuera eficaz.

Los pobres

Los “abandonados por la sociedad”
Si nuestra mirada sobre el mundo quiere hacerse mirada de Dios, la realidad nos invitará a tener la misma mirada de Jesús y a aceptar su proyecto del Reino. La elección de Dios es completamente gratuita y quiere privilegiar a los que el mundo desprecia. No han merecido este desprecio. Así fue la elección del Fundador, y también debe ser la nuestra.

Los jóvenes
De entre los pobres, nosotros, los Viatorianos, hacemos opción preferencial por los niños y jóvenes. Lo sabemos: Jesús nos los pone como modelos para entrar en el Reino. Nuestro Fundador nos dio otro lema evangélico: “Dejad que los niños se acerquen a mí. Si Jesús hace esta invitación no es sólo por ternura ante la frescura y el candor infantil, sino porque no acepta la marginación que sufren los niños en la comunidad judía. Jesús quiere que los niños se integren en la comunidad.

Las nuevas fundaciones
Sin duda alguna, es una valentía completamente juvenil la que nos invita a responder a la llamada de los pobres del Tercer Mundo, abrimos para salir al encuentro de otras culturas y a la diversidad que ofrecen las nuevas fundaciones. Es muy claro que no podemos permitirnos la reproducción de los modelos importados. Se nos impone la inculturación. es decir, la innovación, la apertura al otro que es distinto. Todo es movimiento del Espíritu.

 

 

La vida fraterna Viatoriana
La fraternidad es la manifestación de la cari-dad que Jesús vivió con sus discípulos y que vivieron las primeras comunidades cristianas, según los Hechos de los Apóstoles. No haya ya ni griego, ni judío, sí, comunidad de vida, en acogida recíproca, apoyo mutuo, solidaridad en las pruebas y reparto de funciones en la construcción de la Iglesia.

El servicio de la Palabra
Esta comunidad plural, y fraterna, quiere vivir el seguimiento de Jesucristo y anunciar su mensaje.

La celebración de la fe.

La Liturgia
Siempre se nos ha identificado a los Viatorianos como personas comprometidas con la liturgia. El servicio de los santos altares”, expresión del Fundador, ha sido traducido en la Constitución por “suscitar comunidades donde se vive, se profundiza y se celebra la fe45. El sentido festivo de la fe celebrada se manifiesta en la liturgia que es mucho antes celebración de la vida que rito. Es verdaderamente alabanza de la gloria de Dios y acogida de su amor.

La Eucaristía
La celebración de la Eucaristía, cima y centro de nuestra vida, es realmente el lugar privilegiado para renovar nuestro compromiso con Cristo, nuestro servicio pastoral y nuestra identidad viatoriana. Es celebración y actualización del Misterio pascual: vida, muerte y resurrección del Cristo que da gloria al Padre. Unidos al pueblo, llamado y reunido, nos comprometemos en el ágape: comunión, vivencia de la justicia social y solidaridad con todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo. La sinceridad de nuestro culto eucarístico nos compromete como personas y como comunidad a buscar la unidad de todos los hermanos de Jesús46 y a convertimos en ofrenda para Dios y para los hombres.

Viatorianos por el mundo

Trabajamos en nuestros países de origen y en el extranjero: Canadá, Estados Unidos, Haití, Honduras, Colombia, Perú, Costa de Marfíl, Chile, Burkina Faso, España, Japón, Francia.